Los fantasmas caminan pero mucho más despacio, sus
movimientos son lentísimos, viscosos, como si se movieran en el agua. En
realidad parece que estos difuntos nadaran por la casa, bucean por salones y pasillos
de un verde turbio como el agua de la laguna, dan vueltas demoradas por el
vestíbulo y se sumergen entre los árboles acuáticos del jardín. Quizás este
Palazzo del Aire sea sólo un acuario en el que vagan espectros submarinos que
pasean su eternidad entre algas, piedras y cuevas artificiales.
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